Nuestra premisa a la hora de elegir destino definitivo para disfrutar del día del trabajador, era ir en sentido opuesto a la tormenta que teníamos justo encima. Y de esta forma fue que acabamos recalando en Cabo de Gata, donde teníamos una cuenta pendiente con el Restaurante La Goleta.

Hacía tanto tiempo desde la última visita, que ya ni recordábamos cuando fue, por lo que, previa reserva (siempre hay que ser previsores) allá que nos encontrábamos. Al entrar nos encantó el ambiente que se respiraba, tranquilo, con una decoración agradable y acogedora, pero lo primero que llamo nuestra atención fue el aroma que salía de su cocina. Un aroma delicioso que evocó  recuerdos de nuestra niñez. Recuerdos que  se podrían resumir en dos palabras » tradición» y «abuela «.

Señalar que no fuimos los únicos en percibir este detalle, ya que una vez sentados en mesa «escuchamos» como varias personas al entrar  exclamaban  lo mismo » ¡¡humm!!  ¡que bien huele!… «.  Ahí  es cuando intuimos que íbamos a disfrutar de una buena comida. Tras estudiar su carta, bastante completa y sin florituras, pedimos  unas empanadillas  criollas que estaban exquisitas y que se han convertido en un imprescindible para cada vez que volvamos. Tras ellas pedimos «ajoblanco» ( «ajoblanco» de Almería, el de Málaga para los Malagueños, con todos nuestros respetos ) con melón y jamón riquísimo, acompañado de pan tostado y aderezado con un buen «chorreón» de aceite extra virgen.

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Los siguientes platos para compartir fueron: un crujiente  de Gallo Pedro rebozado, cuya cocción del pescado en su interior era perfecta ( sublime al paladar ); y por último un pulpo en tres cocciones, grata sorpresa la nuestra al  comprobar que la última de ellas no es el típico golpe de fritura, sino la segunda, siendo la tercera un marcado a la parrilla, técnica que consigue impregnar el aroma de esta última aún más en el rebozado, por lo  que nuevamente disfrutamos de un plato exquisito, cuyo colofón final fue que el pulpo al cortarlo era «mantequilla» de tierno y jugoso que estaba.

Por todo ello, no podemos recomendaros que  vayáis, seríamos injustos, ¡os exigimos! (siempre de buen rollo) que lo anotéis en la lista de vuestra próxima escapada por Cabo de Gata. Los  arroces y pescados frescos a la plancha y alguna carne son sus principales reclamos, terraza en pleno paseo marítimo con vistas espectaculares, ¿qué más se le puede pedir?.

Por favor, contadnos vuestra experiencia.

PD- la señora que nos atendió…. ¡entrañable!, su trato afable y la pasión por la cocina tradicional Almeriense que nos transmitió en varias ocasiones al conversar con ella, nos cautivó.

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