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Todos contamos con un apodo procedente de nuestra tierra, en nuestro caso legañosos.

Hoy venimos a contaros de como los almerienses terminamos con el apodo de legañosos.

Procedencia del término legañoso

¿Lo habías oído alguna vez? Y de ser así, ¿realmente conoces su procedencia? Pues atiende. Para ver el origen de este apodo, tenemos que echar la vista atrás hasta situarnos en la época burguesa en la que, en la provincia de Almería, trabajan principalmente el esparto. Este producto era la fuente de ingresos de la gran mayoría de las familias.

La cuestión es que, al recoger este esparto, se producía una afección en los ojos que provocaban las legañas en el lagrimal del ojo. Esto se debía a que se encontraban en un ambiente muy seco, donde contaban con unos altos índices de salinidad por la proximidad al mar, mucho polvo generado por el esparto y largas horas de exposición al sol. Lo que llevó a que un alto porcentaje de estos trabajadores, contrajeran la infección del tracoma.

Esta enfermedad se caracterizaba principalmente por ser muy contagiosa y era causada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Sus consecuencias eran picazón e irritación en los ojos. Si no se trataba a tiempo, podía llegar a un caso extremo como es la ceguera.

Esparto Almería

¿A quiénes les ocurría?

En aquellos tiempos la gran mayoría de legañosos eran de clase media-baja, principalmente obreros y agricultores; gente que se buscaba la vida para llevar dinero a sus casas, ya que no contaban con estudios. Por ello, que te llamasen de esa forma, “legañosos”, se consideraba despectivo y no era muy bien recibido. Pese a que esos hombre y mujeres, trabajaban dignamente.

Lo que ocurría es que, antiguamente, no había los medios de seguridad laboral como hay ahora; antes la gente era más descuidada y los jefes se preocupaban menos por sus obreros. Y contraer esta enfermedad por la zona de Almería, estaba a la orden del día entre este colectivo; pero la ceguera también ganó la batalla a muchos de esos jornaleros que, por descuido, desconocimiento o falta de recursos, no pudieron tratarse la enfermedad y terminaron con la pérdida total o parcial de visión.

Por el contrario, a día de hoy, ser un legañoso es todo un orgullo. Si ahora mismo llamas a un almeriense “legañoso”, levanta la cabeza y nombra algún familiar suyo que realmente lo fue. Ya sea haciendo: cuerdas, alfombras, sillas o alforjas. Y gracias a esto, entre otras cosas, Almería es tierra de tres cosechas: esparto, lagartos y “legañosos”.


Como diría cualquier almeriense: “¡Y a mucha honra!”

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