La caída o salida del sol tiene el mágico efecto de dejarnos atónitos, simples observadores ante el espectáculo que ofrece la naturaleza. En Cabo de Gata suele darse un momento de calma y quietud cuando el día se despide, las gentes llenan el paseo marítimo y toman fotos a contraluz donde solo serán siluetas o graban para compartir en las redes sociales el atardecer.
Por su situación geográfica desde el pueblo que da nombre al reconocido parque natural almeriense se puede ver amanecer y atardecer en el mismo día. Desde el Arrecife de las Sirenas para los más madrugadores nace el día, entre un pueblo que despierta y otro que duerme todavía. A medida que cambian las estaciones el sol se esconde más al oeste, así en diciembre puedes disfrutar del atardecer en la playa, bajo el mar, y en los meses de más calor sobre la sierra de Gádor. Pero sin duda mi época favorita es por octubre cuando en el ocaso las crías de flamenco realizan sus pruebas de vuelo, fortalecen las alas antes de volver a África, la luz roja y cálida de los últimos momentos de la tarde, la temperatura suave… generan un instante único que detiene el tiempo.
Vícar pueblo se define como corazón del poniente y su noche de las candelas en verano es más que conocida, pero lejos del barullo es muy recomendable recorrer sus calles en cualquier época del año y ver el atardecer desde el mirador que hay cerca de la Iglesia-Fortaleza de San Benito. Un muro con un pequeño balcón te invita a asomarte, apenas caben dos personas, es un espacio íntimo y recogido al aire libre con vistas inmejorables. Una ventana que asoma al mar de plástico y el mar, todo parece muy pequeño, como una maqueta y el contraste entre toda esa industria, la naturaleza viva del agua y un pueblo anclado en una época te dejará asombrado.
Más atardeceres en Almería
Desde el camino que lleva a las conocidas antenas de Aguadulce (se accede desde el cementerio del pueblo) por otoño se divisan unos atardeceres vibrantes. Cuentan las gentes que durante años esta vía romana permaneció cerrada porque los habitantes del levante no podían pagar los altos impuestos que exigían los reyes para pasar las mercancías hasta Almería. Ahora que es pasto de domingueros y deportistas exigentes que suben el desnivel en bici o al trote podemos disfrutar de sus maravillosas vistas. La autovía como un scalextric con coches ralentizados, la Sierra de Gádor, el Mediterráneo y las cubiertas de los invernaderos.
Desde el Club de Mar de Almería, el puerto o el propio aparcamiento del Puerto en diciembre se conjugan dos fenómenos que evocan una tremenda nostalgia ver partir el ferry el atardecer. Esta embarcación se ve muy pesada y lenta, sin embargo, en unos minutos se pierde mar adentro, a su paso deja una estela tamaño pista de aterrizaje y un resacón de olas que romperán en la orilla acabando con la periodicidad natural del medio.
Otros lugares donde ver un buen atardecer desde la capital son El Cerro de San Cristóbla, La Alcazaba o la Playa del Del Zapillo aconsejo los meses de frío para ver cómo se esconde el astro rey por el mar.
El último destino recomendado será Almerimar porque desde la playa todavía huele a naturaleza a pesar del urbanismo y porque tiene un magnetismo que merece ser experimentado. Los más atrevidos podéis cambiar de medio, subir a un paddle, un kayak o un barco y divisar el espectáculo desde el agua.
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