Diez tradiciones almerienses que repetimos por Navidad

Cuando llega la navidad, hay algunas cosas que año tras año hacemos, y al final terminan convirtiéndose en una tradición, y no hablamos de robar pascueros.
Estamos seguros más de uno cumplimos algunas de las siguientes tradiciones almerienses año tras año ¿O no?

Ir al encendido de las luces.

Confiésalo ¿Cuántos años llevas acudiendo al la cita, en Puerta de Purchena, para ver el espectáculo del encendido de las lunes y diciendo “no fue para tanto” al finalizar? Ironías a parte, no deja de ser el evento que da el “pistoletazo de salida” a la navidad en Almería.

Tomarse un Americano en Amalia.

Puede que no lo pruebes el resto del año, pero no pasa navidad que no tomes esta típica bebida a base de licor de cola, canela, leche… El secreto y la buena mano, para su elaboración, lo tiene el “Kiosco Amalia” donde es tradición tomárselo, más si en Noche Buena o Noche Vieja, amaneces por el centro.

Comerse unas castañas asadas a pié de calle.

Cada año parece que es más difícil encontrarlos, pero no faltan a la cita los vendedores de castañas asadas. Cuando paseas por las calles y hueles a castañas asadas, sabes que el invierno se acerca. En Almería esto es más fiable, que la temperatura que sientas paseando por la calle. ¿Cuántas veces ha caído un cucurucho de castañas? ;).

Ir a ver el Belén municipal.

Puede que de primeras lo niegues, pero año tras año te has chupado la cola para visitar el Belén municipal. Desde que lo ponían en la carpa de la rambla, hasta ahora situado en el Museo de la Guitarra. La vuelta hasta ver el pesebre no te la quita nadie.

Pasear entre los “puestecillos” de la Rambla.

¡Qué sí! Son los mismos todos los años. Pero ahí estamos también los mismos de todos los años cumpliendo con esta tradición almeriense, paseando rambla arriba y rambla abajo, viendo los “puestecillos”. Siempre con la excusa de encontrar algo para regalar, pero la verdadera meta es comernos uno buñuelos o gofres con chocolate.

Deslizarse por el hielo.

Nada como la sensación de deslizarse por el hielo, dejándose llevar por la música en la pista de hielo de la Rambla. Más de un porrazo hemos tenido, por intentar emular esas películas donde a la gente se desliza con elegancia, por Central Park o Rockefeller Center.

Comprar mantecados alpujarreños.

En enero comenzamos la dieta, pero a estas alturas del año “¡qué nos quiten lo bailao!”. No hay navidad sin probar unos buenos mantecados de la Alpujarra, cuna del mantecado en Almería. Da igual si son de Fondón o de Laujar, van a caer sí o sí, un par de kilos.

Correr la San Silvestre.

Después de los dos kilos de mantecados alpujarreños que llevas para el cuerpo, está claro que no corres por deporte, lo hacer por la fiesta y el cachondeo de correr junto a los amigos, disfrazados de lo peor que se os ocurra y sin mirar el crono al cruzar la meta. ¡Y que no falte cachondeo!.

Escuchar el concierto de año nuevo.

El de TVE1 está bien… pero nada como verlo en directo. Y no nos referimos al de Viena, que se nos va de presupuesto. Los músicos de la OCAL también lo dan todo, y no hay que desplazarse tanto.

“Matarse” por unos caramelos.

Seguro que tras leer este punto, enseguida te vino a la cabeza “La Cabalgata de Reyes”. La tradición ya nos es tanto por ver a sus majestades Melchor, Gaspar y Baltasar, como por hacer un acopio de caramelos para todo el año. Aun así, es una tradición año tras año, como que empiece tarde, que una hora antes ya no quede ni un hueco, o que los conductores se cabreen porque han cerrado la circulación del centro y la rambla.